Lo que nos mueve
desde el corazón alado de la sangre,
en la fragilidad que desviste los ojos y los llora
de una lluvia que somos y que asoma,
la cicatriz recién aparecida de unas manos
desde el corazón alado de la sangre,
en la fragilidad que desviste los ojos y los llora
de una lluvia que somos y que asoma,
la cicatriz recién aparecida de unas manos
abreviando bajo el cielo de la boca,
más abajo, en el árbol del cuello, casi hierba, sin
aire
en el ahogo y en la conmoción de aquello que no puede desgranarse,
en la belleza y en su lenta daga, clavándose
en el ahogo y en la conmoción de aquello que no puede desgranarse,
en la belleza y en su lenta daga, clavándose
allí donde hay materia,
espejo, imán,
un corazón como el tuyo capaz de estremecerse
un corazón como el tuyo capaz de estremecerse
y regresar después vacilante,
aún desnudo a sus asuntos.
(descrituras. Inédito, 2016)