Una morgue en el cielo de la boca.
Retumban
las explosiones
los
pies más cerca del pecho
en el estrecho universo de esta tierra
del fuego.
Un
estremecimiento
sobreviene
a otro,
la
cabeza en cueros.
A
los labios llega con su pañuelo blanco
la
sangre libre, lo único en libertad
con
su pequeño oxígeno frío y sin ecos.
La sangre, esta sangre mía, más viva que
yo.
Hasta
mi boca el llanto acalla
la
rabia de mi verbo
las
blasfemias a vuestro nombre.
Si
no estoy aquí
si
bajo estos harapos ya no estoy aquí
quiero
llenarme del olor a campo vivo
a
aceitunas verdes y trigo seco
a aurora tiznada
al carmín negro de la noche
al patio blanco y salado
en los carrillos de la infancia.
Si no estoy aquí
quiero volver a oír el redoble obstinado
–de mi pecho, del tuyo, qué más da–
las constantes sonoras de un abrazo
las caricias con culpa de los besos
el
columpio del aire entre las ramas
la
deliciosa canción del mar.
Pero
tengo frío,
mi
único saldo todavía.
Frío
de lápida sin nombre
frío
de la palabra Nunca
frío
de la memoria que esconde
bajo
su alfombra el olvido.
Réquiem por un hombre cualquiera está publicado en Ediciones Vitruvio (2013).